«Vaya dos tontas llamándose Sépia&Calamar, vaya tontería más importante♥»

mardi 12 octobre 2010

No me lleves a casa cuando hayamos encontrado el fin del mundo.

Los lunes también anochece. Aunque tarde más, por ser el peor día de la semana. Y por fin, puedo bajar la persiana, rutina que ha cambiado desde que Miguel… Desde que Miguel ya no me invita a ver las estrellas. Suspiro. Es la última vez que me hablo de Miguel. Él ha muerto para mí. ¿Sabes? No necesito que me acompañe a ver el firmamento. Seguirá siendo el mismo cielo sin él. Pues claro que sí.
Subo el volumen de la música para que mi madre no me escuche abrir la ventana. Juraría que se ha quedado dormida en el sofá, pero cualquier ruido extraño, por muy suave que sea, la despertaría. Siempre tiene los cinco sentidos puestos en mí. Y no lo soporto. Aparto la cortina y me quedo sentada en el borde de la ventana, con los pies colgando. El viento me pone los pelos en la cara. Los aparto con un ágil movimiento y miro hacia el infinito. Genial, está nublado. Ni un mísero punto de luz. Sonrío. Claro, es lunes. Los lunes siempre son una mierda.
El viento frío me pone la piel de gallina. Un tirante del pijama se desliza por mi hombro. Me estoy congelando. Probablemente llueva antes de que me acueste y no pare hasta mañana, después del desayuno. Luego estará la calle encharcada y no podré compartir mi paraguas con Lisette.
El ruido ronco de una moto, interrumpe el silencio de la noche. Reconozco ese motor. ¿Andrés? Suena mi móvil desde la habitación. Alargo el brazo y lo cojo sin moverme. Un mensaje. Si me entran ganas de jugar sucio y divertirme a espaldas de otros, ¿vendrás tú? Sonrío. Estás sentado en la acera delante de mi casa, de espaldas a mí. Por supuesto. ¿A dónde vamos? Me encanta como te quedan los pantalones rojos. Te contesto. Quince segundos más tarde lo recibes, te levantas, te mira los pantalones y das una vuelta a tu alrededor. No me ves. En la ventana, Andrés. Sonríes y me saludas con el brazo. Me subo el tirante y alzo el brazo. Sabes que no puedo bajar. Que a estas horas, mi madre no me deja salir, y todavía menos siendo lunes. ¿Vamos a perdernos por las calles infinitas? Cuando hayamos encontrado el fin del mundo, volvemos. Me pongo a reír. Me miras desde la calle. Subes en la moto, la enciendes y me haces un gesto con la cabeza para que suba tras tuyo. Abro la ventana, entro en mi habitación, cojo la sudadera gris que tengo encima de la silla, me pongo las victoria negras porque es lo primero que he pillado y salto de la ventana al tejado del garaje. Camino por el muro hasta la puerta del jardín que da a la calle y salto sobre la acera. Me subo en la moto y me agarro a tu cintura.
Y sin casco, con el viento en la cara, corremos. Salimos de la ciudad. Oscuridad. Tú y yo. No sé a dónde me llevas. Solo vemos lo que hay a dos metros de nosotros, gracias a la luz de la moto. Bosque. Tengo miedo. ¿Y si te has vuelto loco? ¿Y si pierdes el control? ¿Y si nos caemos por algún barranco? Nadie nos escucharía.
- ¡Andrés, para!
Frenas en seco.
- ¿Qué pasa, Henar?
- Tengo miedo.
- No te hubiese traído por aquí si no lo conociera. Es una locura, pero tampoco para morirse. Si un día se me cruzan los cables, me perderé solo para morirme yo y no los dos.
- Pues yo prefiero morirme contigo y no que te mueras tú solo.
- ¿Por qué dices eso?
- Porque prefiero eso que vivir sin ti.
Silencio. Bajas la cremallera de tu chupa, dispuesto a arrancar la moto de nuevo. Te gusta que vuele con el viento.
- Espera. Entonces, si conoces el camino, ¿cómo quieres que encontremos el fin del mundo?
- ¿De verdad quieres que lo busquemos?
- Por supuesto.
Arrancas. Das media vuelta y volvemos a la ciudad. Luces, música, viento.
- ¿Te he dicho alguna vez que eres preciosa?
Y el ruido de la moto se me mete en los oídos hasta que pasa desapercibido. Llueve. Te agarro muy fuerte. Dale más caña, Andrés. Que mi pelo se alborote y que nos suba la adrenalina hasta que necesitemos gritar.
No me lleves a casa cuando hayamos encontrado el fin del mundo. Recorramos calles infinitas hasta que salga el sol. A mí el fin del mundo me importa una mierda si tú estás conmigo.

Aucun commentaire:

Enregistrer un commentaire