«Vaya dos tontas llamándose Sépia&Calamar, vaya tontería más importante♥»

vendredi 30 juillet 2010

Sauce llorón.

Escondida en el bosque al amanecer, poco puede ver la partitura. Tiene los ojos nublados, todavía con sueño. Se adentra a la espesura del bosque. Apoya su espalda en un enorme sauce llorón, y cruza las piernas. Le llueven ramas llenas de hojas que se mueven al compás del viento. Se friega las piernas con las manos, hace un poco de frío. Cree que no ha sido buena idea ponerse los pantalones cortos tejanos, pero los necesita. Mira durante un instante el cielo, todavía disgingue la estrella que más brilla, a pesar de que está empezando a salir el sol. Inspira ese ambiente tan agradable. Expira olvidando todo lo que no debe recordar en ese preciso instante. Apoya su violín en el hombro. Coge el arco con delicadeza y lo apoya sobre las cuatro cuerdas. Lo inclina y frota suavemente. El sonido recorre cada rincón del bosque, pasando entre las copas de los árboles, las ramas y atravesando la tierra para tocar las raíces. Henar cierra los ojos. Mueve los dedos de la mano izquierda lentamente, creando una melodía lenta, melosa. Una ardilla chafardera se asoma a lo lejos, pero vuelve a esconderse en cuanto Henar la ve. Sonríe y vuelve a cerrar los ojos. Imagina que está tocando para él. Que está allí con ella y que le encanta escucharla. Que sonríe para ella, que sonríe por ella. Algo le roza suavemente la pierna. Desafina.
Una rama del sauce llorón la ha tocado por culpa del viento. La ha desconcentrado. Creía que era él.

Y otra vez le late el corazón velozmente, por volver despertar y ver que él no está allí.


Dedicado a Jordi Vilageliu, por su dulzura.

mercredi 28 juillet 2010

3 de Otoño.

Un 3 de otoño. Las mangas del jersey le tapan las manos. El pañuelo negro rebosa por encima de su cuello, tapándole parte de los labios. Sus ojos negros tienen las pestañas congeladas, igual que la punta de sus largos rizos. Sentada en el tejado de su casa, el ambiente huele a humo. Está la chimenea de su casa encendida, y ella ahí fuera, pasando frío. Te fuiste. Mira hacia Ninguna Parte. ¿Qué debes estar haciendo ahora? Acaricia a su gato, que se ha sentado con ella sabiendo que necesita compañía. Supongo que cualquier cosa, menos volar. Mago ronronea, intenta distraerla. Volar está descartado. Y pensar en mi también. Brigitte le toca los bigotes y él se levanta, se queda sentado y la mira con negatividad. No Mago, no piensa en mí. Pestañea lentamente, con obviedad. No vas a convencerme. No pensó en mi cuando estaba aquí, no lo hará ahora que se ha ido. Vuelve a tumbarse, apoyando su cabeza en la pierna de ella. Le encanta que le acaricie los bigotes, desde la nariz hasta la punta. ¿Sabes? Una vez me dijo que cuando me abrazaba, volaba a otro mundo. Mago la escucha, con los ojos cerrados. La verdad es que yo también. Lo que significa que ninguno de los dos volverá a volar jamás. Mago mueve la cola y le acaricia la pierna. ¿Imaginas una vida sin poder volar? Sería cómo dormir sabiendo que no vas a soñar nunca más. Se levanta de un salto y maulla fuerte. La mira con horror. Terrible, ¿verdad? Brigitte suspira. Se abraza fregándose los brazos. Y tampoco hacía este frío cuando él estaba aquí. Al parecer se ha llevado más de lo que creía. Coge a Mago por el lomo con las dos manos y lo pone en su falda. Él apoya la cabeza sobre su tripa y da suaves golpecitos con la cola en sus rodillas. Tú... ¿me acompañarías a buscarlo a Ninguna Parte? Maulla suavemente. Entonces, escapémonos esta misma noche. Meteré cuatro cosas en la mochila gris. Mago la mira con los ojos brillantes. Sí, robaré chopped de la nevera para tí. Pero tendrás que distraer a mamá. No soportaría quedarme encerrada en casa esta noche. Te dejaré la ventana de mi habitación medio abierta. Te esperaré abajo. No te encandiles demasiado, que ya sabes cómo se recrea ella tocándote aquí, detrás de las orejitas.





Anoche me imaginé dentro de 30 años, enseñándole a mi hija Brigitte el texto que la tita Judit le escribió un agosto del 2010. Tendrías que haber visto su mirada de ilusión al girarse a contemplar a Mago, su gato negro.

jeudi 22 juillet 2010

Pequeñas Margaritas.

Le gustaba sentarse en la tapa fría del vater, doblaba las rodillas y me contaba historias mientras yo me duchaba. Recuerdo perfectamente cada uno de sus cuentos. Yo sabía que una parte de sus relatos eran mentira, pero jamás me dijo cuál. Cuando salía de la ducha y ponía la punta de mis pies en la esponjosa alfombra azul, me miraba. Me decía que le encantaba mi cuello descubierto, que allí no había sitio para un collar de perlas, que encajaba perfectamente un beso de sus labios. Lo que todavía no entiendo es por qué nunca me lo dió. Me recogía el pelo por la espalda mientras nos reflejábamos en el espejo del marco de madera. Podía pasarse horas peinándome, enrollándose mechones en sus dedos para dibujarme tirabuzones durante un momento. Sabía que envidiaba sus rizos. Y también a la punta de su nariz, por tener el privilegio de ver sus sonrisas desde la primera fila.

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Me gusta tomar café por las mañanas, menos cuando amanezco con Lisette. Ella le echaría demasiado azúcar y a mí me gustan amargos. Le encuentro un cierto gustillo agradable a las mañanas amargas. Pero con ella prefiero un vaso de lehce con nesquik, mucho nesquik. Y lo que más gracia me hace es ver su cara mientras me echo la décima cucharada rebosante de chcolante en polvo. Luego me lee la mente y el azúcar que tenía guardado en el bolsillo se lo echa a nuestras risas.

jeudi 15 juillet 2010

Felicidad.

Los últimos rayos de Sol se reflejan en las paredes blancas de un patio andaluz. Flores, sillas blancas, una piscina vacía desde hace demasiados años. Sentada, la mesa es demasiado pequeña para los cuatro. No nos importa.

Como flamenquines con patatas fritas y mayonesa. Bebo una lata de Cocacola de esas que mis abuelos compran cuando vamos nosotras y que indican que hay visita en la casa.

En la calle se oyen pasar coches y motos por esas carreteras de empedrado antiguo.

Me despido de mis abuelos con un beso rápido en la mejilla. Cuando llegué ellos salieron corriendo a recibirme dando gritos de alegría. me voy, pero volveré en unas horas. Espero que cuando llegue sigan igual de bien.

Ese olor. Huele a Jaén, a Villanueva de la Reina. Huele a campos de olivas, a alperchín. Huele a verano, a feria. Huele a ti.