«Vaya dos tontas llamándose Sépia&Calamar, vaya tontería más importante♥»

mardi 1 juin 2010

La cruel tormenta.

Esa noche llovía demasiado. Apagó el ordenador, se despidió de sus padres con un par de besos de buenas noches. Ellos se extrañaron. Tan sólo eran las diez, la luna no hacía ni media hora que había empezado a brillar bajo las nubes negras. El cielo descargaba fúria. Ella, entre las mantas de su cama, lloraba. Cada rayo era un recuerdo doloroso, que estallaba en su pecho. Poco después, las lágrimas se deslizaban por sus mejillas, al ritmo de los truenos.
Escuchaba cada gota chocar con fuerza contra la ventana. Entraba la luz de la calle, no había bajado la persiana. La cortina se movía a causa del aire que entraba por la rejilla de la ventana abierta.
Sabía que vendría.
Tenía un presentimiento, o quizás eran las ganas.
Las horas pasaban y a ella casi no le quedaban lágrimas. Por suerte, aquella noche sus padres no entraron en la habitación para aseugarse de que todo estaba en orden. De lo contrario hubiesen cerrado la ventana, y ella habría tenido que dar motivos.
Escuchó la respiración profunda de la habitación de delante. Se levantó, descalza. Asomó la cabeza por la ventana, mojándose el pelo y dejando que las gotas le resbalaran desde la frente hasta la barbilla. Dejó la ventana como estaba, agarró la manta de la cama y separó la silla de la mesa del escritorio. Abrió el armario y entre la ropa de invierno sacó una botella de JB. Se envolvió entre la manta y se sentó en la silla, mirando hacia la ventana.
Dio el primer trago.
El cuello empezó a quemarle. El aire empujaba las gotas de agua hacia la habitación. Pronto pudeo distinguir un pequeño charco al pie de la ventana.
Dio el segundo trago.
Los recuerdos se exageraban.
Dio el tercer trago.
Un relámpago cruzó toda la habitación. Sus dilatadas pupilas obligaron a que cerrara los ojos con fuerza. Al abrirlos de nuevo, la ventana se balanceaba ligeramente.
Dio el cuarto trago.
Dejó de tener frío. Apartó un poco la manta y se quedó mirando la casa del vecino. ¿Qué hora devia ser? No lo sabía, pero los vecinos estaban haciendo el amor en las paredes de la habitación. Eso le hizo recordar más cosas...
Dio el quinto trago.
La botella casi estaba vacía. La luz de la casa de enfrente se había apagado, evitando distinguir el infinito con la pared, pues era todo del mismo negro. Aun así, algo se movía detrás de la cortina. Ella lo notaba. La luz de la tormenta dibujó el contorno de la silueta. Ella dejó de creer en lo que veía. Sabía que estaba borracha y que era una ilusión.
Dió el sexto trago. El séptimo. El octavo...
- ¡Basta! - dijo por fin la silueta. Estaba frente a ella, mirándola con los ojos bien abiertos. - ¿Se puede saber qué haces?
Intentó serenarse. Se la quedó mirando. Era una silueta conocida.
- Bebo para olvidar.
- ¿Olvidar el qué?
- Todo.
- Eres estúpida. Olvidarás esta noche, mañana seguirás recordando todo lo que te duele. - dijo suavemente la silueta, dándose cuenta de que sus padres podrían estar escuchando. - ¿Qué bebes?
- JB. Puesta a torturarme...
Quedaban tres tragos. La silueta se quedó mirando el culo de la botella y se lo terminó.
- Puestos a que mañana no recordaremos esto, dame la mano y saltemos por la ventana. Sé que está lloviendo, pero son más de las doce y si no lo hacemos hoy, tampoco lo haremos mañana.

Lidia y Judit saltaron. De repenta había dejado de llover. Estaba todo empapado, pero las estrellas esperaban un poco de viento para dejarse ver entre las nubes.


Para ti, porque siempre tienes algo que contestarme y te unes a mis locuras.






Para ti, porque tú eres la primera en la que pienso después de planear una locura.



Lidiaa.

1 commentaire:

  1. Tú siempre tan inocente. ¡Claro que iba para ti el texto! ¿Quién más iba a beberse los tres últimos tragos de JB del tirón? Tú♥

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