«Vaya dos tontas llamándose Sépia&Calamar, vaya tontería más importante♥»

jeudi 30 décembre 2010

Un par de pizzas y un mal perder. (I)

Estás sentado en el sofá y yo no puedo parar de moverme. Me miras, te percatas de lo nerviosa que estoy pero pones cara de estar haciéndome un favor con tu compañía. Cómo te gusta hacerme quedar mal, eh. Enciendo la televisión. Hago zapping pero no hay más que programas de prensa rosa. Los odio, pero tú tienes cara de interesado así que dejo el mando encima del sofá y me voy a meter las pizzas en el horno. No me molesto en preguntarte cuál es tu favorita. Cojo dos de cuatro quesos y arreando. Prefiero que no te gusten, que cenes mal, que te sienta mal la comida y no vuelvas más. Las meto a la vez, un poco estrujadas para ahorrar tiempo y que te vayas lo antes posible. Te he invitado porque con tu actitud me has obligado. Bueno, quizás había un poco de voluntad de mi parte. Pero ahora me arrepiento. Hubiese preferido cenar sola, no que ahora te tengo aquí y me siento intimidada. Me da miedo acercarme al sofá, por si me tropiezo y al caer, acabo encima de ti. Porque tú eres uno de esos hombres que no saben querer. Por eso me da miedo, Marc. Por eso no te acepto, no te trago. Por ese mismo motivo me pierdes tantas veces. Por eso odio tu chulería. No puedes conmigo. Y sé que lo único que quieres de mí es que me acueste contigo. Otra vez. - ¿Noa?
- ¿Sí?
- Ah, que pensaba que se te había tragado la tierra.
Por desgracia, no.
- Puedes ir sentándote en la mesa, - te hablo a voces desde la cocina - que a las pizzas les quedan un par de minutitos.
- ¿Y si te vienes ese par de minutitos aquí conmigo? Haciendo zapping he encontrado una película que parece que ha empezado hace poco.
- Em… sí, un momento.
Me lavo las manos, lentamente. Me seco hasta casi disecarlas. Camino por el pasillo hasta llegar al comedor. Me apoyo en el sofá.
- No muerdo, eh.
- ¿Estás seguro? – digo con ironía poniendo los ojos en blanco.
- Que no mujer, puedes sentarte. – y das dos palmaditas a tu lado, como si estuvieras indicándole a un perro donde debe sentarse. Qué estúpido. Me incorporo con mucha pereza y me siento en el sofá.
- ¿Cómo se llama la película?
- No lo sé.
- Ah. Tiene pinta de ser de miedo. A mí eso no me gusta. Cámbialo. – clic. – Mira, las pizzas.
Y te dejo ahí sentado, buscando torpemente menú del mando para ver la información de lo que están dando. Es de miedo, Marc. La vi la semana pasada en una tarde de esas en las que necesito sacarte de mi cabeza.
- ¿Dónde te vas a sentar? – digo con las pizzas en la mano.
- Donde tú me digas.
- Pues ponte aquí. Toma, córtate la pizza como quieras. Y con la mano, que sino luego hay que lavar cubiertos.
- Eh, que si lavar va a ser para tanto, lo hago yo antes de irme.
En realidad resultaría divertido verte con los puños de la camisa arremangados hasta el codo, el delantal…
- Nada, nada. La pizza se come con las manos y luego te vas a casa.
- ¡Eres más rancia!
- ¡Encima!
- Yo que pensaba que me invitarías a dormir…
- No.
- Hoy que estás sola…
- No.
- Y que no hay nadie que te haga mimitos…
- Que no, he dicho.
Te ríes. Creo que ha sido una muy mala idea ponerme justo delante de ti. Muerdes la comida con vicio. Para, Marc. Marc, ¡para!
- Admítelo, Noa. Te pongo. Por eso me tienes tanto miedo.
- ¡¿Pero qué dices?! ¡Cállate, anda!
- ¿Que no? Hagamos la prueba. Te beso. Si noto que te gusta, me quedo.
- Tienes un morr… (beso).
Dos segundos. Bueno, tres. Va, tres y medio. ¡Mierda! Me aparto.
- ¡Qué asco! – digo, limpiándome la boca exageradamente con la servilleta.
- ¡Has suspirado!
- ¡Qué va!
Ya vuelve a estar ahí tu risa burlona, acompañada de tu chulería.
- He ganado.
- Para nada, majo. Además, en ningún momento he dicho que aceptara tu estúpida prueba.
- Claro, claro. Tienes un mal perder.
- ¿Perdón? Pues espero que te haya resultado cómodo el sofá, porque es ahí donde vas a dormir. – me levanto de la mesa. – Se me ha quitado el hambre.
Madre de dios, que me derrito.



(continuará.)

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