Se despierta con la luz del día entrando por la ventana, y se da la buelta para verle la cara. Le encanta la carita de niña buena que tiene mientras duerme. Ella abre poco a poco los ojos, y lo ve allí, con esa cara de tonto que se le pone en estas ocasiones.
- Buenos días, pequeña.
- Buenos días. Me duele un poco la garganta, hoy no voy a clase, ¿vale?
- De acuerdo, pero te recuerdo que yo sí que tengo que trabajar. ¿Me esperarás hasta la hora de comer?
- Claro. Y si quieres te hago risotto, que sé que te encanta. ¿Te acuerdas cuando hice mi primer risotto?
- Por supuesto. Me tiré una semana comiendo lo mismo porque la señorita estaba mala y me hacía un plato todos los días. ¿Y tú te acuerdas de lo que yo hacía?
- Sí, que luego por las tarde me llevabas a pasear por las Ramblas. Y que me traías profiteroles a la cama, cada mañana. Hace tiempo que ya no lo haces.
- Hace tiempo que no te pones mala.
Él se levanta, se arregla, desayuna y se va a trabajar, no sin antes comprovar que ella se ha vuelto a dormir.
Ella se despierta, y cuando va a mirar la hora en el despertador, se encuentra con un plato de profiteroles bañados en chocolate.
Lisette, sé buena. Volveré. Elliot.
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire