Lisette: ¿Sabes? Hoy he estado recordando el primer día que fui a tu casa.
Elliot: Ya ha llovido desde entonces, pequeña.
Lisette: Pues sí, per es un recuerdo bonito. Cuando llegué al portal y piqué, tardaste una eternidad en abrir, y yo me sentía tan pequeña en medio de una ciudad tan grande...
Elliot: ¡Pero si salí corriendo a abrirte! ¿No recuerdas que me estaba abrochando la camisa cuando subiste?
Lisette: Claro que lo recuerdo. Y me enseñaste a hacer el nudo de la corbata.
Elliot: ¿Y del menú, qué me dices? Tallarines con salsa sorpresa. ¿Aún no recuerdas la receta?
Lisette: Por supuesto que no. Lo que más me extrañó es que quedara tan rica.
Elliot: ¿Por qué? ¿No confiabas en mis artes culinarias?
Lisette: Sí, pero tu mirada estaba más en mi falda que en la salsa.
Elliot: Hombre, si te me sientas encima de la encimera, como voy a concentrarme.
Lisette: Ay, Elliot, suerte que lo compensaste con el postre.
Elliot: Ay, Lisette, ¡y qué postre! Y qué sorpresa al despertar por la mañana, y ver que habías desaparecido, junto con las sobras de la cena. Y al abrir el cajón de las corbatas, cada una tenía su nudo perfecto.
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