Me encantaba que se pintara las uñas de rojo. Luego me dejaba que la invitara a un café por la tarde, en el primer bar que hace esquina, y me hacía cosquillitas en los brazos con sus dedos. Entonces entre el café, las cosquillas, sus labios y mi vicio, la tontería se alargaba toda la noche. Y despertar con su piel desnuda a mi ladito, era lo que más me hacía sonreír.
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire